lunes, 5 de octubre de 2009

CAPÍTULO III: Los nuevos visitantes y una sorpresa...

LG

En los días siguientes, el trajín se apoderó de la hostería. La Rosario daba órdenes como un general en la guerra, las mozas no daban abasto en colocar las mejores mantas en las camas, los mejores cortinados y los mejores adornos para embellecer las alcobas, claro que lo que para la mujer del tabernero era “lo mejor”, ya veremos que para los futuros hospedados no resultaban más que trapos gastados… ¡Y ni qué hablar de las viandas que se afanaba por preparar ella misma! El guisado horrible de siempre, Rosario pensaba que lo había mejorado a fuerza de agregarle un poco más de especias, entre los que la pimienta señoreaba a más no poder, con lo cual, picaba de tal modo que no se le sentía gusto porque adormecía la lengua. Verdad es que el caldo, ahora era de gallina aunque para decir las cosas como realmente fueron, los pobres bichos eran tan viejos que ni las plumas se les podía arrancar de tan duras que estaban… en fin, que lo único que salvaba la situación eran unos cerdos asados que se habían comenzado a dorar sobre las brasas desde la mañana temprano.


Había llegado el gran día. Don Víctor, finalmente había optado por quedarse a supervisar todos los preparativos, con lo cual había enviado al joven Francisco a llevar las nuevas a la comitiva que estaba al caer, dejaba entrever un nerviosismo patente, pues sabía que su señor no estaría a gusto en aquella pocilga adornada como la adornaran.

La Rosario había hecho vestir a las putas de gran gala, con vestidos nuevos y abalorios de vidrio barato, y se las veía pavoneándose de aquí para allá como parte de una corte fantasma. Finalmente, se escucharon ruidos de cascos de caballos y de un carro, que atronaban esos caminos solitarios y aburridos de la comarca. Los parroquianos quedaron atentos sin salir a husmear como otras veces, pues el hombre de negro imponía su figura y su autoridad sin que nadie se lo impidiera. Buttarelli y la Rosario, se engalanaron con sus ropas de fiesta, que no eran otra cosa que las mismas de siempre pero con un poco menos de grasa y apenitas un poco menos de olor, y se asomaron a la puerta para recibir a los visitantes.

Diez caballeros de capa y espada, impecables y dignos se apearon de sus corceles finamente ataviados. Bien en la puerta de la hostería paró el carro cubierto, que engalanado como una verdadera carroza, llevaba finos cortinados de seda en sus ventanillas. Don Víctor se apresuró a abrir la postezuela y un gentilhombre con escudo de armas en la empuñadura de su espada descendió seriamente mirando a su alrededor y frunciendo las narices al ver la calidad miserable del lugar.

Don Víctor, pensé que habíais encontrado una posada acorde a mi dignidad, pero veo con desagrado que me hacéis venir a la pocilga de las pocilgas. –Dijo sin importarle el color rojo morado de la cara de Buttarelli, ni los ojos de la Rosario que despedían llamaradas de odio contenido y que no decía nada sólo porque aún recordaba la comisión que le había prometido la Pitones.

Acto seguido don Víctor se acercó al carromato y tendiendo su mano derecha ayudó a bajar a la “dama” que allí se encontraba presta a poner pie en tierra…
Con un vestido de terciopelo rojo y un generoso escote, un peinado impresionante y un abanico de seda que le tapaba el rostro púdicamente, aceptó la mado de don Víctor descendiendo del carromato y se encaminó hacia el interior de la posada seguida del caballero. Al pasar delante de Buttarelli y su mujer, cerró el abanico y dedicándoles la mejor sonrisa, les saludó con un gesto de la cabeza. Cuál no fue la sorpresa del matrimonio de posaderos, cuando vieron aquellos ojos, aquella boca y principalmente aquellos pelos. Pues la sangre se les agolpó en las mejillas de sólo pensar lo que pasaría en los días subsiguientes, es que la “dama” tenía un nombre que ambos conocían muy bien y era nada más ni nada menos… que la duquesa de Piedrabuena…

Los Buttarelli se santiguaron a su paso… habían vuelto los piojos de alcurnia…

8 comentarios:

  1. SORPRESA SORPRESA!!!!!!LA PITONES,CARMELA,LA ROSARIO Y PARA COLMO LA PIOJOSA JAJAJAJJA...AHORA SI ESTA LA FIESTA MONTA Y COMO APAREZCA EL NIÑO DEL CORRAL CANDELA LA CORRIA ASEGURÁ JAJAJAJJAJAJAJ

    GENIAL LILI,ME ENCANTA LA SORPRESA!!!!!

    BESITOS A LOS DOS.

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  2. Aaaaaaaahhh, no lo puedo creer, qué sorpresa... Nada más ni nada menos que la duquesa de Piedrabuena.
    ¿Todavía tiene piojos? Jajajajaja

    Esto prometeeeeeeeeee.

    Besos Lili

    (Muero por la continuación de Salmorelli)

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  3. Cada capítulo es un empujón para seguir la historia, atrapa y entretiene en grande. La aparición de la duquesa ya genera expectativas, jajajaa

    Quedo expectante como siempre.

    Abrazos.

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  4. Siiiiiiii Mari, parece que la hostería está infestada nuevamente, jajajajaaja

    ¡Gracias!

    Besazos.

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  5. Eso todavía no se puede adelantar Nirvana, a lo mejor no tiene piojos pero le siguen los calores, jajaja

    Besos.

    Salmorelli está siempre listo para continuar, a no desesperar.

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  6. Me parece genial que sigas expectante Charly, con seguidores como vos y como los que tenemos, nos damos por satisfechos.

    Gracias, amigo.

    Cariños-

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  7. Estais publicando tan seguido que casi me pierdo un capítulo en el medio.
    ¡Qué maravilla! Es de ver el arte que tenéis.
    ¿La duquesa nuevamente? Jajajaja

    Felicitaciones.

    Saludos.

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  8. Creo yo pues en mi extrañeza, que algo me he perdido, ¡Por San Pedro vendito!, Que abre las puertas del cielo. Rebusco y rebusco en mi extensa memoria y por ninguno de sus rincones aparece la duquesa de Piedrabuena. Más bien se asemeja a un silencioso castigo, por comenzar mi andadura en la mitad del camino. No quiera la soberbia del destino, castigarme con crueles rasquiñas y los piojos de la duquesa, me los quedé yo, por tan tremenda osadía de querer hospedarme por un solo día…… Besos, besos, besos….. Antoñi

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Bienvenidos a "La hostería de Cristófano Buttarelli". Es un honor recibirlos con un vaso de tintillo y todo nuestro afecto. ¡Gracias por vuestra visita!