lunes, 23 de marzo de 2009

Capítulo IV: El amuleto



Les explico lo del epitafio que ha mencionado el señor Jyhael a don César, no es así exactamente, porque el vino nubla la mente, pero si es cierto que el amuleto lleva una inscripción como promesa de Amor, es por ello que el amuleto siempre tiene que estar cerca del corazón de la persona enamorada y fiel a su esposa y entre los dos perpetuar el verdadero Amor en la Humanidad. Ese Amor que atraviesa la frontera de la muerte, ese Amor que no mira sólo el recipiente, o sea, la forma, pero al estar en manos de un promiscuo hizo que no se cumpliera la profecía. Así fue como el Amor se degeneró y la humanidad doliente lo busca pero no lo encuentra.Entiendo que esto les suene a cuento, pero es tan real como este precioso momento.

Cierto es, que no se hizo el mundo en un día, ni la mente del animal comprende el pensamiento del hombre, como les dije en dos días recordaran quiénes son y qué asunto les ha traído a esta hostería y el por qué de estar los tres aquí reunidos.Observen: Atraviesen ustedes éste baso con el dedo como yo lo hago, veo que se sorprenden, podrían ustedes hacerse invisibles, miren, ahora pueden oírme, pero no pueden verme, pues les aseguro que aquí estoy que ni un ápice me he movido jajaja que divertido.

Brujas, duendes y percebes, nada comparable con la Realidad amigos.Ya estoy visible de nuevo.Ustedes también lo harán no se asombren, sólo son magias de niños y usted don César esté tranquilo que estos de la Inquisición que tenemos en las mesas de al lado, sólo ven las cartas y el juego, no dan para más, son como los ciegos, son topos y perros de sabueso, toda la sangre que derramaron la llevan grabada en el pescuezo.

Ellos ahora son lagartos en el desierto jajajaYa veo que ríen a carcajadas, menos mal que a Christiane la hice sonreír y se le iluminó la nariz, jajaja y a don César con todas las historias que tiene a cuestas, sigue soñando con encontrar a su amada, siempre fue el mismo soñador, en el fondo es un hombre de honor ¡los hay peores! Don César, el amuleto tenía el poder de aparecer y desaparecer, por ello no lo encontraron en el cuerpo de don Jaime, pero estaba allí.


Más tarde fue el propio enterrador el que limpiando los nichos escuchaba la voz de don Jaime que gritaba: "¡Por favor saquenme de aquí!".Así que el enterrador abrió el nicho pensando que le habían enterrado al hombre con vida y lo que allí vio fue el cadáver descompuesto de don Jaime y una luz en su pecho, que era el reloj. Pero no les adelantaré la historia porque ustedes también tienen velas en este entierro y cuando recuperen la memoria ustedes saben las instrucciones de lo que hay que hacer.

Ese reloj es el culpable de la fama de mujeriego y de las fechorías de don Juan y el culpable del estigma por el cual todos los hombres sufren la afrenta de ser o aparecer ante las mujeres como don Juanescos, fíjense si es mala suerte ésta, cuando el hombre por naturaleza es fiel y leal a su amada jajaja, rio, porque si no fuera por el maldito reloj se hubiera evitado mucho sufrimiento en el mundo. Como en el futuro se ha comprobado el robo, venimos a llevarnos el reloj, pero tenemos que quitárselo a don Juan, porque está en sus manos y lo guarda a buen recaudo.

Faltaría más, doña Christine, claro que os pido un baño pero ¿a la esposa de Buttarelli, decís? Ese rufián no conoce esposa. Cinco mujeres ha tenido y las cinco lo han abandonado. Y con razón.

Buttarelliiiiiiiiii, vive Dios, prepara un baño templado y los aposentos de las señoras. Y date prisaaaaa.

Llevan razón vuestras cartas, conozco el amor y el odio, la compasión, la afrenta, el desquite… también el desamor y la incomprensión, la intolerancia y la avaricia. Tengo enemigos de sobra y me enorgullezco de tenerlos. Y sí, hay una dama de alcurnia a la que no puedo acceder, pero hace tiempo la di por perdida. Cosas del amor y del destino. Hoy por hoy mi única dama es mi espada, más que mi aliada, y los vientos que mueven mi nave son los del rencor y la venganza. Pero ésas son otras cuestiones.

Os habéis descompuesto al tirar las cartas a doña Marian, aunque más me he descompuesto yo al escuchar lo que ha contado. Será efecto del vino, pero en verdad me pareció verla evanescerse y atravesar un vaso con un dedo. Aunque confieso que por efecto del vino he llegado a ver y a creer cosas peores (en una ocasión creí tener a un caballo sentado a mi mesa). Y más con este vino de Buttarelli. Hace mucho tiempo que no siento miedo, pero vive Dios que estoy empezando esta noche a sentir algo parecido.

Vuestra historia del cadáver de don Jaime llamando desde la fosa me quita el resuello y me robará el sueño esta noche, por mucho vino que pueda beber. Y lejos de recuperar la memoria, como decís, lo que puede pasar es que pierda la cordura si seguís hablando de ese modo; y no termino de comprender que un amuleto pueda tener los poderes que decís, aunque si es de oro merecerá la pena hacer algunas indagaciones.

Si vos decís que la joya la tiene el bellaco de don Juan, seguramente la tenga el miserable de don Luis, quien sin duda se la habrá ganado ya en alguna apuesta. Y os puedo asegurar que la fama de estos dos no se la ha granjeado ningún amuleto, que se la han ganado a pulso. Ummm… Estoy pensando que esa joya debe valer una fortuna. Habrá que obtenerla de algún modo, porque quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón. Lo de devolvérsela al futuro ya es otra cosa, bella dama, con todos los respetos, no conozco a ese señor ni tengo interés alguno el conocerlo.

Buttarelliiiiiiiii, ¿está listo el baño o no? ¿Y el vinooooo?


¿Pero habéis escuchado tamaña historia don César? Ni aún mi ama de leche habíame hablado de estas mancias. Por cierto doña Mariana de Altascumbres que me dejáis de una pieza. Permitidme os lo ruego acomodarme a vuestra historia, pues si el reloj debemos buscar, el reloj buscaremos.

Pero… ¿dónde dijisteis que está enterrado don Jaime? Porque me figuro que por allí debemos comenzar, aunque si venís del futuro como decís, sólo por el mencionado reloj, a fe mía que bien escondido estará. Pues la maldición de don Juan agrada a los hombres y a mujeres por igual… me figuro. Claro que de libertinos estamos hablando amigos, pues el amor puro, el amor que se bebe en la copa del alma, ése reniega de todo amuleto y de todo maleficio.

Mmmm, yo os propongo humildemente que por esta noche descansemos como Dios y la Virgen manda, y que mañana a primera hora cuando el lucero del alba despunte, sigilosamente vayamos adentrándonos en semejante aventura. Más no olvidéis, por Cristo, que si alguno de nosotros perdiera el rumbo, la hostería nos reunirá nuevamente.

Por mi parte os daré a cada uno, un guijarro del Guadalquivir para que guardéis entre vuestras ropas y yo guardaré el mío. Que como talismán de suerte nos acompañará librándonos de las penurias.

¡Tomad! ¡Coged! Hay uno para cada uno…

Ahora pues, veo que la mujer, o vaya a saber qué es de Buttarelli, me ha preparado la tinaja para el baño, que no la haré esperar por tanto que la necesito… luego ¿tendríais señora Mariana algún modesto vestido para prestarme? He perdido todo mi ropaje y mis pertenencias durante el incendio que arrasó mi humilde morada. Vengo con lo puesto y a ojos vistas, os habréis dado cuenta que ya se cae por sí solo.

¡Gracias señora! ¡No tengo palabras para expresaros mi júbilo! Este vestido es hermoso y el escarlata mi color favorito…
¡Hasta mañana! ¡Que paséis una buena noche!

Lleváis razón, válgame Dios, que con esta historia no me llega la camisa al cuerpo. Pero… Christiane, ¿piedras vais a darme? ¿chinas del río? ¿guijarros puntiagudos? No, no, muchas gracias, os agradezco la voluntad… pero no. Por cierto… no es preciso que madruguen vuestras mercedes para buscar la joya de don Jaime, gustosamente me ofrezco a hacer las primeras diligencias. Descansad, si queréis, yo tengo esta noche algunos asuntos pendientes.



¡Pero don César! ¡Qué desaire me habéis hecho!
Que con la buena voluntad no lo arreglaréis tan fácilmente ni con vuestra endemoniada verborrea… Sólo os estoy ofreciendo delicados cantos rodados, tan pulidos están que son como perlas venidas del mar. Pero si no los queréis, ateneos a las consecuencias, no por mí, doy fe, sino por los espíritus que encontraréis en el camino y que os nublarán la razón más que el propio vino de Buttarelli, y eso ya es mucho decir…

Buenas noches señor ¡Me habéis enfadado!



Disculpad, doña Christine, la rudeza de mis modales, pero son los efluvios del vino. “Endemoniada verborrea”, decís. ¡Válgame Dios! No mentéis al demonio en este lugar, mirad que vamos a salir mal parados, que vos no sabéis la cantidad de oidores y chivatos que por aquí merodean. Y no os sintáis desairada, por la Virgen santa. Lo de los amuletos es otra cosa. ¿Qué pensaría la canalla que a diario me rodea si me viera con amuletos en los bolsillos? ¿Os habéis parado a pensarlo? Mi reputación caería por los suelos y mi espada valdría la mitad, sin contar con las chanzas de mil clases y los motes y oprobios con los que empañarían mi honor. Dejad los amuletos para vuestras mercedes que a mí con mi espada me basta y sobra, que por cierto, a vuestro servicio queda. Que descanséis.

2 comentarios:

  1. Este es un blog en el que escriben 3 personas, y me atrevo a proponerles que: cuándo uno de ustedes publique una entrada, los otros esperen un mínimo de cuatro días para publicar la suya, así es más sencillo leer a cada uno y escribir un comentario.

    Yo participo en un blog colectivo y así lo hacemos.

    Saludos desde México.

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  2. Gracias Armida. Es la primera vez que lo hacemos y tampoco entendemos mucho de blogs. De hecho estamos en pruebas, a ver cómo sale. Ya le iremos tomando el pulso a esto. Anímate y participa. Un abrazo.

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Bienvenidos a "La hostería de Cristófano Buttarelli". Es un honor recibirlos con un vaso de tintillo y todo nuestro afecto. ¡Gracias por vuestra visita!